Por: Abel Rojas
El Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE) publicó como cada año su Anuario Estadístico, esta vez correspondiente a 2019. Aparece justo en medio de la batalla en redes sociales y medios de comunicación que libró la comunidad cinematográfica, principalmente productores, directores, actrices y actores, guionistas, periodistas que en menos de 24 horas de recio activismo consiguieron un diálogo supletorio del que se había dado apenas con la directora del propio Instituto, María Novaro a quien la iniciativa del partido oficial dejó colgada de una brocha con muy poquitos pelos. Novaro en principio dudó defender la permanencia del Fondo de Inversión y Estímulos al Cine (FIDECINE) sin embargo ante la crecida que arrojó a la orilla figuras de la talla de Guillermo del Toro, Alejandro González Iñárritu y Alfonso Cuarón, se obtuvo un compromiso con la bancada morenista del Senado de la República para retirar de su iniciativa de reforma a la Ley de Cinematografía la derogación de la existencia del mencionado fondo.
A la hora de escribir estas líneas se desconoce si efectivamente la iniciativa fue retirada o se modificó. Será crucial el seguimiento que la comunidad unida otorgue a este tema tanto en comisiones como en la discusión plenaria pues la extinción forma parte de un paquete de 44 fideicomisos que incluyen también los dedicados a la producción y divulgación de la ciencia y a la atención frente a los desastres. En el Anuario se destaca una tendencia a la baja en el número de películas estrenadas durante un ciclo anual, si bien es cierto que recién ha rondado consistentemente un centenar de películas cada año.
El tamaño del mercado mexicano es de 341 millones de espectadores que pagaron un boleto para ver una película dentro de una sala de exhibición. De los boletos vendidos en nuestro país apenas 35 millones de boletos configuran la taquilla del cine mexicano. En estas condiciones de supervivencia el gobierno pretendió retirar la subvención a una industria cinematográfica que en términos de mercado luce robusta (México se ubica entre los 5 países que más cine consumen en todo el mundo) y por otro lado descobija la de por sí raquítica cadena de producción, distribución y exhibición del cine propio. El cine mexicano permanece entrampado en la causalidad que apareció en la década de los años noventa. El estado financia hasta el 50% de la producción (de acuerdo al anuario en 2019 se realizaron 216 largometrajes mexicanos de los cuales 105 fueron pagados por recursos públicos y por primera vez desde el año 2000 la inversión privada fue mayor a la pública, pues se realizaron 111 películas que no recurrieron al financiamiento estatal). Esta dualidad de opciones en el menú tiene repercusiones en el público. Como el activismo pro-FIDECINE reveló, existe un bando que apoya a la comunidad dedicada a la creación cinematográfica y otro que la rechaza sin ambages ni consideraciones (hubo expresiones de menosprecio al cine mexicano y hay quien opina que el gobierno no tiene por qué pagar las comedias de Derbez, Omar Chaparro y Martha Higareda) (SIC).
La comedia azucarada es la diabetes que inflama la relación tóxica del cine mexicano con su público. 11 cintas fueron capaces cada una de llevar más de un millón de espectadores a la taquilla. La más popular fue la secuela NO MANCHES FRIDA 2 (2019, México. Dir. Nacho G. Velilla) que fue vista por 6 millones 651 mil espectadores. Entre la oncena la menos vista fue MENTADA DE PADRE (2019, México. Dir. Mark Alazraki y Fernando Rovzar). Tuvo un millón cuarenta y ocho mil boletos vendidos. Estas once películas, todas comedias, concentraron el 74.4% de la taquilla. El resto, 90 películas fueron vistas en conjunto por 9 millones de espectadores (en promedio cien mil para cada una). En este grupo de 90 filmes va el cine de autor, los documentales, los dramas, en fin, el resto de géneros, propuestas artísticas, discursos sobre la diversidad, experimentos visuales, narrativos, etc.
El cine mexicano encara hoy como es su costumbre, condiciones inequitativas de producción, distribución, exhibición y recepción. Al grueso del público que gasta dinero en el cine lo que le gusta es que le hagan reír y no le salgan conque “ésta es tu realidad” mientras se chinga unas palomitas y un litro de cocacola.
La desinformación es el virus que infecta la relación del cine mexicano con su público. Hay muchos cineastas nuevos, la generación se renueva cada año. Pero nadie llega a conocerlos. Para un cineasta mexicano el sueño de hacer cine alcanza para filmar una ópera prima… y después dedicarse a hacer vídeos musicales, comerciales, hacer televisión, agarrar chamba en la televisión pública para producir propaganda oficial. De las 216 películas que se hicieron en 2019, 93 fueron primeras películas de un director debutante y solo 25 fueron hechas por directores con trayectoria. En nuestro territorio hay 7,493 pantallas que forman parte de 955 conjuntos de salas (lo que se conoce como multiplex). La cuarta parte se ubica en la Ciudad de México. Fuera de sus límites, todo es Cuautitlán.
Seguirá la revisión de los datos duros del Anuario, así como el seguimiento de los temas vinculados al cine mexicano, bajo amenaza una vez más
* Las opiniones externadas son responsabilidad de los autores y no reflejan la opinión de Auddiora.